VIAJE A JÁVEA

20.06.2017 09:57

Jávea se halla emplazada al norte de la provincia de Alicante, lindando con la demarcación municipal de Denia. Cuenta en su territorio con dos cabos importantes: el cabo de la Nao y el de San Antonio. Toda aquella zona, denominada de la Marina Alta, fue reconquistada en 1244 por el rey aragonés Jaime I el Conquistador. El núcleo histórico de la villa de Jávea se constituyó a unos dos kilómetros de la costa, en torno a la iglesia de San Bartolomé, de estilo gótico isabelino, edificada en el siglo XVI. Sus habitantes prefirieron retirarse a aquel lugar, que convirtieron en recinto amurallado, debido a los frecuentes ataques de los piratas. Bien a pesar suyo, dependieron de la vecina Denia, capital de la región, hasta muy avanzado el siglo XIX. Pero a partir de los años sesenta del siglo XX, en que comienza el desarrollo turístico a gran escala, puede decirse que Jávea se convierte en uno de los lugares preferidos por el turismo de élite.

 

El hotel Villa Naranjos, donde estuvo alojado nuestro grupo, se encuentra situado junto a la mejor playa de aquellas costas, denominada playa del Arenal. El emblema del establecimiento hotelero presenta la figura de un frondoso naranjo, a semejanza del histórico cedro que campea en el escudo y bandera de la República del Líbano; pero lo cierto es que el naranjo ha desaparecido ya de aquellas tierras lo mismo que desaparecieron los bisontes de las praderas del Far West.

Hay que decir que Jávea, debido a su emplazamiento geográfico, disfruta de un privilegiado microclima, que le proporciona una temperatura media anual de unos 18 grados. Nuestra estancia en los diez primeros días de junio nos permitió aprovechar los esplendores finales de la primavera, este año en que los calores se nos han echado encima tan pronto y con tan inusitada fuerza. Para nosotros se trataba de un viaje de playa, y la playa del Arenal, que nos quedaba tan cerca, era el lugar donde la mayoría solíamos congregarnos durante las mañanas. Después, cuando regresábamos al hotel, era difícil resistir a la tentación de sentarse en la terraza del bar instalado junto a la piscina para refrescarnos con unas cervezas o cualquier otra bebida antes de irnos a comer.

 

La playa del Arenal cuenta en toda su longitud con un paseo marítimo donde los bares, comercios y otros establecimientos similares brindan al turista una oferta de lo más variopinta que le permite pasar agradablemente la tarde sin tener que desplazarse a otros lugares. No obstante, al comienzo de este paseo tiene su parada inicial uno de esos trenecillos tan frecuentes en las ciudades dedicadas al turismo, que por un módico precio nos lleva en un ameno recorrido hasta el puerto donde el viajero puede ver anclados infinidad de barcos pesqueros o deportivos. Allí le es permitido apearse para dar un paseo, tomar alguna bebida, e incluso acercarse al pueblo si tiene ganas de caminar, y volver después a la parada final del trenecillo para el regreso a la playa del Arenal con el mismo billete utilizado a la ida.

Decíamos que en la demarcación territorial de Jávea se encuentran los cabos de San Antonio y de la Nao, que delimitan su bahía y desde los cuales se dice (nosotros no llegamos a comprobarlo) que es posible divisar en días claros el perfil de la isla de Ibiza, que está a una distancia de menos de cien kilómetros. El cabo de la Nao es el que tiene mayor importancia geográfica. Está situado en el extremo sur del golfo de Valencia y es la punta de la costa alicantina que más se adentra en el mar.

Al norte se alza el cabo de San Antonio, que cuenta con una importante reserva marina. Forma parte del Parque Natural del Macizo del Montgó, cumbre de más de 750 metros de altura cuya mole majestuosa domina todo el paisaje de la zona.

Los compañeros que disponían de coche tuvieron ocasión de hacer sendas excursiones a estos dos lugares que todavía son ejemplo de naturaleza en estado puro y desde los que se pueden contemplar espectaculares vistas con el azul del Mediterráneo como fondo. ¡Dios se digne preservarlos de los incendios forestales, de la ambición insaciable de los especuladores y de la mano despiadada de turistas irresponsables!

Si al viajero le apetece hacer un recorrido por estos parajes, puede examinar de trecho en trecho paneles con interesantes datos históricos y geográficos sobre los mismos y abundante información de la flora y fauna protegida que en ellos se conserva. Quizás en este recorrido se vea respaldado, como a nosotros nos ocurrió, de la inocente compañía de una pareja de gaviotas que tal vez esperaban recibir de su mano algún obsequio comestible. En nuestro caso, nos pillaron desprevenidos y no nos fue posible complacerlas.

Texto: Juan Sánchez-Molero

Fotos: Antonio Morant